La frase “se robaron todo” es una construcción que ofrece dos posibilidades: aceptarla tal cual es o rechazarla por lo que es: una frase que no admite su propio análisis. Esta frase no nos aporta datos. El inventario de elementos que supuestamente se han robado, va metido de modo subrepticio en ese absoluto e incomprobable “todo”. Es creer o reventar. Es aceptar o rechazar. El que dice: porque “se robaron todo” No quiere que pienses, quiere generarte un impacto, que aceptes su postulado como verdadero, que lo incorpores, que te convenzas, que te indignes ante tamaña tropelía. Una vez indignado vas a necesitar contarle a alguien más, que comparta tu estupefacción ante eso terrible que te dijeron, que escuchaste: “se robaron todo”. Y abstraído en alertar a la mayor cantidad de personas, acerca de que “se robaron todo”, cuentan con que te olvides de pensar, de cuestionarte, de indagar. Porque haciendo esto vas a aprender y a descubrir cosas mucho más importantes que repetir “se robaron todo”.
Respirar es algo que hacemos desde nuestro nacimiento, lo hacemos a cada rato, todos los días y permanentemente. Se suele decir que cuanto más veces hacés algo, mejor lo llegás a hacer. No obstante cuantos de nosotros podemos decir y/o asegurar, respirando constantemente todos los días, que respiramos excelentemente bien. ¿Necesitamos respirar excelentemente bien? O con respirar bien o muy bien nos resulta suficiente para desenvolvernos en la vida y hacer todo lo que necesitamos y queremos hacer. Digo esto porque noto que hay una exacerbación en la necesidad de ser sobresaliente en las cosas. No nos alcanza en ciertos ámbitos con ser buenos o muy buenos. Tenemos que ser los mejores. Tenemos, por fuerza, que destacarnos del resto, que lo hace solamente muy bien y estar por encima de ellos. Incluso en actividades que realmente no nos interesan tanto o que no tienen tanta importancia como para necesitar esa perfección. Por eso creo que en este punto la necesidad de sobresalir, haciendo
Comentarios
Publicar un comentario