Respirar es algo que hacemos desde nuestro nacimiento, lo hacemos a cada rato, todos los días y permanentemente. Se suele decir que cuanto más veces hacés algo, mejor lo llegás a hacer. No obstante cuantos de nosotros podemos decir y/o asegurar, respirando constantemente todos los días, que respiramos excelentemente bien. ¿Necesitamos respirar excelentemente bien? O con respirar bien o muy bien nos resulta suficiente para desenvolvernos en la vida y hacer todo lo que necesitamos y queremos hacer.
Digo esto porque noto que hay una exacerbación en la necesidad de ser sobresaliente en las cosas. No nos alcanza en ciertos ámbitos con ser buenos o muy buenos. Tenemos que ser los mejores. Tenemos, por fuerza, que destacarnos del resto, que lo hace solamente muy bien y estar por encima de ellos. Incluso en actividades que realmente no nos interesan tanto o que no tienen tanta importancia como para necesitar esa perfección. Por eso creo que en este punto la necesidad de sobresalir, haciendo las cosas perfectas, sin preguntarnos el por qué, se convierte en un mecanismo de defensa, en un grito desesperado para recibir la atención de los demás. En este punto los invito a preguntarse entonces, por qué corremos y nos desvivimos por hacer las cosas de manera sobresaliente, inmaculada, perfecta y por qué esto, que en principio sería algo bueno, nos enfrenta, a veces de mal modo, con aquellos que nada más hacen las cosas muy bien. ¿Porque hacerlo perfecto es el único modo en el que debe ser hecho, por nosotros, por los demás, o por qué?
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