Anton Ulianov “El contorcionista” y sus mil retorcidas posiciones, así se llamaba el número que representaba este hombre de goma en elCaesar Circus. Era realmente increíble verlo adoptar esas intrincadas posiciones. Las piernas por encima de la cabeza, a la vez que los brazos le pasaban por detrás de la espalda. Incluso se doblaba para dormir. Se paraba con una de sus piernas, la otra la giraba al rededor de su cintura, el tronco lo giraba hacia atrás y pasaba su cabeza por debajo de uno de los brazos. Después de todo esto, el otro brazo lo enroscaba alrededor de la cabeza tapándose de este modo los ojos para que la luz no lo moleste. Una vez hecho esto
daba un pequeño salto y mientras estaba en el aire doblaba la pierna en la cual estaba parado, la giraba hacia atrás y la ponía sobre uno de sus hombros. A pesar de su increíble habilidad para plegarse en posiciones imposibles, Anton tenía una gran debilidad, le encantaba coquetear con las mujeres, se valía de su arte para impresionar a las bellas bailarinas del Caesar Circus. Pero un día, en su afán de seducción, se dobló más de lo que su anatomía le permitía y quedó trabado en una posición de lo más intrincada.
No sabemos cómo, los brazos le pasaban por entre sus piernas, las cuales tenía por encima de sus hombros, a la vez que la cintura le pasaba por debajo de una de sus axilas, mientras tenía la cabeza apoyada contra uno de sus omóplatos. En esta posición se quedo durante varios meses sin poder destrabarse, se trasladaba rodando sobre si mismo de un lado a otro. A pesar del problema que representaba para nosotros que estuviera así, a la vez nos hizo un favor, ya que nos juntábamos por las noches y pasábamos largas horas intentando destrabarlo. Matando de este modo, el aburrimiento. Cuando se hacía muy tarde y debíamos retirarnos a dormir y no habiendo podido devolverle su forma original, lo guardábamos dentro de un pequeño cofre y a la noche siguiente lo sacábamos de nuevo y lo volvíamos a intentar.
daba un pequeño salto y mientras estaba en el aire doblaba la pierna en la cual estaba parado, la giraba hacia atrás y la ponía sobre uno de sus hombros. A pesar de su increíble habilidad para plegarse en posiciones imposibles, Anton tenía una gran debilidad, le encantaba coquetear con las mujeres, se valía de su arte para impresionar a las bellas bailarinas del Caesar Circus. Pero un día, en su afán de seducción, se dobló más de lo que su anatomía le permitía y quedó trabado en una posición de lo más intrincada.
No sabemos cómo, los brazos le pasaban por entre sus piernas, las cuales tenía por encima de sus hombros, a la vez que la cintura le pasaba por debajo de una de sus axilas, mientras tenía la cabeza apoyada contra uno de sus omóplatos. En esta posición se quedo durante varios meses sin poder destrabarse, se trasladaba rodando sobre si mismo de un lado a otro. A pesar del problema que representaba para nosotros que estuviera así, a la vez nos hizo un favor, ya que nos juntábamos por las noches y pasábamos largas horas intentando destrabarlo. Matando de este modo, el aburrimiento. Cuando se hacía muy tarde y debíamos retirarnos a dormir y no habiendo podido devolverle su forma original, lo guardábamos dentro de un pequeño cofre y a la noche siguiente lo sacábamos de nuevo y lo volvíamos a intentar.
Comentarios
Publicar un comentario